Cuando cursaba 3er Grado en un colegio de curas cerca de la Roca Tarpeya, un sacerdote de nombre Santa María le dijo a mi madre: “su hijo es un problema y siempre será problemático” Y hoy, que me he dignado a escribir, recuerdo al padre mas que nunca, por que ustedes que tienen el sacrificio de leerme esperan que lo haga del Mundial, Barça, Messi, Cristiano, Chita o Farias, pero que razón tenía el padre Santamaría, nada de esto ahora me inspira.

Estudio el Mundial, miro a Messi y a Cristiano, comparo a Pep con Chita, grabo al Barça en mi me memoria e imagino a Farias en el 2014, pero todo esto me lleva a mi calle, donde conocí el “fubol” por primera vez.

Nací y me crié en San José, en la AV. Fuerzas Armadas, entre San Miguel y San Enrique. Las arquerias eran dos alcantarillas en la propia avenida, y el balón un “Pancho”. Los que no entienden por edad o condición social, un “Pancho” eran tres envases de Jugo de un cuarto de litro cada uno, aprisionados uno dentro de otro y sellados con una goma roja ancha, el nombre de “Pancho” viene de una bebida achocolatada que para mi época no se vendía pero igual se recordaba por su éxito de otros años.

No vayan a creer que voy de pobre sufridor por esta historia, por que un año más tarde después del Mundial 78, mi padre me trajo un balón Tango original de Argentina, obviamente fue la noticia de la cuadra y todos nos sentíamos jugadores, lamentablemente ese balón duró 12 horas, ya que ese mismo día, cayo en la casa típica de la vieja que no devolvía los balones y desapareció, pero esa historia se las cuento en otro Blog.

Lo que quiero recordarles hoy a las puertas del mundial de África, son las “Caimanas venezolanas”, en donde el arquero era el jugador más malo, los menos malos defensas, los atléticos medios y los buenos delanteros, no había árbitro sólo las reglas se improvisaban y eran intocables, la pared del patio valía y el larguero era del tamaño del arquero, un larguero invisible, recuerdo que se media por donde pasaba el balón con el tamaño del arquero; si los equipos en cuestión no eran del mismo número se corregía jugando el mejor del grupo con los de menos y los partidos se median a goles y no a tiempo, y lo más importante, el que la botaba la buscaba.

En los ochenta todo esto fue tomando forma y llegaron las canchas de futbolito, malas, buenas y regulares, ahí si eran los partidos cinco contra cinco a dos goles en donde entraba el equipo que “la tenía parada”, se jugaba con un balón que hoy le hago honor al ponerlo en la foto del Blog, el Mikasa, nunca pero nunca un balón fue tan bueno y duradero y que nos dio tanto, a los caimanes de futbolito.

Hoy desde el Mikasa hasta el Jabulani, espero el Mundial, disfruto con el Barça, Messi y Cristiano, pero sobre todo doy gracias por tener a Farias y Chita, que aunque parezcan insolubles cada uno me recuerda el Pancho de mi cuadra.